15 abril 2009

Semana Santa II

El lunes iba paseando por la playa y me senté frente al mar, como tristemente he hecho ya en otras debacles de mi vida. Parece que sólo esa estampa ya me rememora tristeza y abandono… y sin embargo también recordé otros días, otros tiempos, en los que sentarme frente al mar era intensamente feliz y tranquilo, porque estabas a mi lado. En esos días pensé que nunca volvería a sentir el vacío y la nostalgia que anteayer me abatió de nuevo… porque tras tantos esfuerzos por no romperme delante de mi familia, allí, junto al mar lloré de nuevo tu pérdida, que no comprendo y que sobre todo añoro.
No fueron lágrimas sordas, de esas que dejan la sal en las mejillas mientras las recorren lentamente… tampoco lágrimas reprimidas. Fue el alma lo que me salía por los ojos, que miraban el agua mientras otra agua los impedía mirar.
Me rompí del todo, sin trabas, sin fijarme en los escasos seres humanos (igual podrían haber sido jirafas volando) que pasaban por mi lado… ¡Venditas gafas de sol!.
Y me permití sentir de nuevo, después de tantas semanas de bloqueo, la infinita tristeza y el profundo dolor de verme sola de nuevo, de no comprender… de no querer aceptar lo que ha pasado.
Y allí me quedé, presa de mi misma y sin saber cómo controlar esas putas lágrimas asesinas, para las que ni metáfora gótico-impactante encuentro.
Ya ni siquiera sé escribir

No me olvides. No me dejes ir

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