Llegó la hora
Olvido. La tierra cae pesada sobre mi recuerdo. Una lápida y un epitafio. Luces intermitentes. Se acaba el tiempo. Se acaba el tiempo para recordar que existes.
No te toco, y me desgarra, guerrero de yelmo firme, cuando te miro y no encuentro mi reflejo en el tenue resplandor de tu mirada. Cuando lo que veo es ira, prepotencia y hielo.
Necesito recordar este día, necesito recordar lo que siento... Que es un infierno... Que no puedo contar contigo, pues la única que muere poco a poco aquí, soy yo; con cada traición, con cada bofetada a mi dignidad. Siempre ha sido así. Atada de pies y manos, me has utilizado (aunque creo que fui yo la que me até en un principio).
Quiero recordar cada una de tus palabras aprender ahora a no perdonar No hay otro lado de la cara que poner. No hay más cara que mostrar.... Me paro y a partir de hoy camino en otra dirección.
Extirpación de recuerdos. Ya no los necesito. No te contiene el pasado. No existes más. He renunciado a ti, y con esto a tu mirada (tu mirada=mi sonrisa).
Nunca olvidaré cómo hoy, caritativo tú, te vas. ¡Qué soledad más gélida! Los restos de ilusión se rompen al chocar con la realidad. Es cierto que me quitas tu veneno, pero me quitas también la fantasía de creer que, en alguna parte remota de tu ser, me querías...
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